martes, 11 de marzo de 2008

Vinos en Osorno: Ordeñando las parras

Christian Sotomayor, el director de exportaciones de Valdivieso, levantó un viñedo a orillas del río Pilmaiquén. Entre vacas lecheras, y la incredulidad de los campesinos, cosechó sus primeras uvas en 2007.

No son las bajas temperaturas. Tampoco las lluvias que se dejan caer durante la cosecha. Ni menos el oídio que arrasó con su primera producción hace dos años. Lo más complicado ha sido convencer a los campesinos locales que la vid no es el árbol pringado del campo, sino una variedad noble y que puede ser rentable.

Christian Sotomayor, director de exportaciones de Valdivieso, y su primo agrónomo Alejandro Herbach, se aventuraron con un jardín de variedades en los suaves lomajes del fundo Los Castaños. Era 2002 y el panorama lechero no se anunciaba muy halagüeño. La idea de convertir algo de leche en vino no sólo tenía ciertos ribetes bíblicos, sino que era una buena alternativa para rentabilizar esas tierras.

Nada hacía presagiar que en unos pocos años el precio del litro de leche alcanzaría cifras históricas. Tampoco que un foco de oídio retrasaría un poco las cosas. “¿Oiga, patrón, la uvas están medio negritas?, anunció uno de los trabajadores del campo en 2006. “Bueno, ¡qué le vamos a hacer! Bote esos granos, no más”, respondió Sotomayor. “Patrón, es que son todos”.

Emplazada en la ribera del Pilmaiquén, esta primera etapa del proyecto cuenta con 1,4 hectáreas de Sauvignon blanc, Chardonnay, Pinot blanc, Pinot noir e incluso unas estacas de Pinot meunier. El paisaje es inspirador. Y muy osornino. Las vacas se pasean entre las hileras, rumiando por la intromisión de estas excéntricas lianas, mientras las cepas francesas, ya recuperadas del impacto inicial, comienzan a dar sus primeros frutos.

“Nos ha costado mucho sacar el proyecto adelante. A la gente hay que explicarles que la planta es la vaca y los racimos los terneros”, afirma con humor Alfredo Pizarro, gerente agrícola de Valdivieso y compadre de Sotomayor, quien es el encargado de supervisar el manejo del viñedo.
Los osorninos todavía no tienen el conocimiento y la sensibilidad para manejar con propiedad el viñedo. Es por eso que para las labores de poda y amarre viajan trabajadores de la zona central, más acostumbrados a lidiar con los humores de las vides.

“Hemos tenido que aplicar los manejos por calendario para subsanar ese problema y la cosa está funcionando. Los racimos son pequeños y no tenemos problemas de corrimiento. Hay una especial preferencia por el Chardonnay y el Pinot blanc. El Pinot noir estuvo por las cuerdas, pero creo que tiene mucho potencial”, explica Christian Sotomayor.

Ya existía una experiencia similar en Osorno, emprendida hace algunos años por el agricultor Luis Momberg, pero el proceso de este nuevo emprendimiento ha sido novedoso y muy enriquecedor desde el punto de vista profesional.

De acuerdo a Alfredo Pizarro, no se pueden replicar las cosas que se realizan más al norte, pues las condiciones son muy diferentes. Es preciso iluminar y ventilar mucho los racimos para que maduren y evitar lo más posible los ataques de oídio. “En 2007 cosechamos a fines de abril con máximas que se empinaban por los 17º C. Cortamos la fruta con lluvia e hicimos una gran fiesta”, relata.

A pesar de las dudas que despiertan estos primeros proyectos vitivinícolas entre los osorninos, incluso en su propio socio Alejandro Herbach, Sotomayor está optimista por el futuro de su apuesta sureña. Esta primera cosecha, que alcanzó para unas 1.200 botellas, da para organizar una pequeña celebración con los amigos.

El director de exportaciones de Valdivieso, quien también es agrónomo de profesión, opina que existen buenos argumentos para jugársela por esta viticultura más extrema. Compara las condiciones climáticas de esta zona con las del norte de Francia y más precisamente con las de Nueva Zelanda. Es por eso que estudia la introducción de 15 nuevas hectáreas, en su gran mayoría de Sauvignon blanc.

El viñedo está ubicado sobre terrazas aluviales, laderas con orientación norte, con suelos trumados que producen un aumento de la temperatura. Hay que ver lo que pasará. Ver cómo se adapta la planta a las condiciones de luz de la zona. “Hoy la leche es oro, pero creo que con el Sauvignon blanc existe una muy buena oportunidad. Hay que emular un poco lo que hacen los neocelandeses más que los europeos. Creo que por ahí va la cosa”, afirma.

Y la cosa, a pesar del estupor de las vacas, parece ir en serio...