martes, 28 de julio de 2009

Snif



Maldita influenza. Mi gloriosa nariz está en panne. Ni siquiera puede distinguir un Carmenère de un pimentón.

viernes, 24 de julio de 2009

El famoso navegado

Existen muchas maneras de capear el frío, algunas más complejas que otras, pero una de mis preferidas es el vino navegado: ese elíxir sureño en el cual se calienta el vino en una olla con cáscaras de naranja (las que navegan), y a veces algunos toques de canela y azúcar, no sólo calienta el cuerpo, sino que levanta el espíritu (y otras cosas, también).

Recuerdo que un día de invierno como estos, llego entumido a la casa y me encuentro con una preciosa sorpresa: mi mujer estaba preparando un navegado con un Santa Rita Cabernet Sauvignon Reserva Especial.

-¿Sabes cuánto cuesta ese vino? -le espeto.

-No tengo idea ni me interesa... ¿Quieres un vasito? Si no, me lo toma sola.

Hacer un navegado con una botella que supera los $ 40 mil sin duda es un despropósito. Una locura o una excentricidad. Es como encender un cigarrillo con un billete. Con un Arturo Prat.

Tampoco es recomendable prepararlo con un vino en caja. En general esos vinos están ultra tratados-filtrados-azucarados. En otras palabras, no aportan sabor. Tampoco cuerpo. Tan sólo un alto nivel de azúcar que se puede agregar en el vino de una cucharada.

Un nivel alto de alcohol tampoco es importante, pues en el proceso de preparación gran parte de éste se evapora y vuela por la ventana.

Para mí el mejor vino para un navegado es el pipeño que tradicionalmente se vende en garrafa. Ese vino rústico, sabroso, raspabuche. Natural y bajo en alcohol. Ese que nace del Maule al sur. Que aporta sabor, estructura y cuento. Y, claro, ese que cuesta $ 40 mil los 50 litros.

martes, 21 de julio de 2009

Guillermo Tell

El fin de semana terminó mal. Encendimos las velas, nos despojamos de lo accesorio y nos sumergimos en las tibias aguas de nuestra gran bañera. Las burbujas cubrían su peligroso cuerpo como un vestido de novia. Me estiro y cojo la botella de champaña y dos tulipas de cristal. Haciendo gala de mi envidiable destreza, introduzco sensualmente tres dedos en las profundidades de la picada y comienzo a girar la botella.

De golpe el corcho sale volando por los aires para estrellarse en uno de sus bellos ojos. La velada terminó con un ojo en tinta, profundo y oscuro, como los colores de esos furiosos Syrah cordilleranos.

La velada fue pura pasión!!!

viernes, 17 de julio de 2009

Romántico feriado


Descorchamos un Puertas Matapenquero y los efectos fueron inmediatos.

miércoles, 15 de julio de 2009

Somos afrancesados

Finalmente caté el último día del concurso Vinalies Catad'Or. Me tocó en la misma comisión que mi querida amiga española Isabel Mijares y, como nunca antes, dije nunca antes, nos llevamos bastante bien, coincidiendo en muchos puntaje.

Este año, a diferencia de las otras versiones, se adaptó el estilo Vinalies. Es decir, el catador ya no es un ser solitario que sólo debe responderle a su conciencia, sino los vinos se catan y discuten grupalmente.

Lo que encontré último es que, con la excepción de Isabel, los presidentes de mesa fueron todos franchutes. Esto no tiene nombre. Cuando voy a un concurso en Francia, la mayoría de los presidentes son franceses. Lo mismo pasa en España y en Tumbuctú.

¿Acaso los chilenos tenemos la nariz atrofiada?

Está bien que Catad'Or se haya unido con Vinalies, pero tiene que ser una alianza equitativa. No puede ser que el concurso de los enólogos franceses imponga todos sus términos.

No fui a la premiación en señal de protesta.

jueves, 9 de julio de 2009

El chasco

Hoy me levanté más temprano que nunca. A las 8 AM ya estaba en pie, listo dispuesto y para participar como jurado en el Vinalies Catad'Or América Latina 2009.

Llegué al Hyatt de Santiago y me encontré con una verdadera invasión de franceses. No los conté, pero me pareció que eran más en número que los catadores chilenos.

Con razón somos tan afrancesados. Nos gusta el vin y el canard. Y creemos que el mundo gira en torno nuestro.

Este año Vinalies, el concurso organizado por la asociación de enólogos franchutes, impuso sus términos en esta sociedad con Cata'Or. No sólo los franceses son presidentes de comisión, sino además impusieron su metodología.

Ahora se cata en una mesa redonda, donde se discuten las cualidades y defectos de los vinos, sobre todos los que están al borde de una medalla.

Cuando ya estaba dispuesto a sentarme, se acerca Isabel Saíz, la dueña del concurso, y me informa que hubo un error y que me toca catar mañana. "Igual me imagino que tienes muchas cosas que hacer esta mañana", me dice.

Salí algo malhumurado y en venganza me comí todas las galletas del coffee break. Me duele el estómago, pero se me va a pasar cuando salgan los catadores y tengan que mascar lauchas.