miércoles, 30 de octubre de 2013

Vinos del Balaton: La nueva revolución húngara

Si bien está región es dominada por los blancos, especialmente por sus florales Olaszrizling, en la orilla sur del lago irrumpen algunos tintos excepcionales: vinos que confieren una nueva dimensión a cepajes internacionales, como Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot. Una personalidad marcadamente especiada, profundamente húngara.
En Budapest se respira modernidad, un ambiente cosmopolita y efervescente, pero también el imponente y sobrecogedor peso de su historia. A pesar de sus múltiples guerras y revoluciones, su carácter imperial se mantiene incólume. Sus variados estilos arquitectónicos, muchas veces recargados y asimétricos, son el escenario de una capital donde se vive intensamente las artes, la gastronomía y el vino. Por la orilla del Danubio, este río-literario que separa Buda de Pest, pasean más de 4 millones de turistas al año, colmando sus coloridos restaurantes y bares. Y frente al imponente castillo de Buda, que vigila los nerviosos movimientos de la ciudad, descorchamos un Tokaji Demeter Furmint 2008, un vino seco, fresco y profundamente delicioso, que simboliza un antes y un después, que representa de gran forma los nuevos aires de la vitivinicultura húngara.

Los vinos húngaros viven una nueva revolución. Después de casi medio siglo de siesta, descansando en sus viejos laureles, intentando calmar la insaciable sed del imperio soviético, despierta con un renovado espíritu. Tokaj, su región más emblemática, la cuna de los más sublimes vinos dulces del mundo, hoy se abre al cambio, a la innovación, escapando a ratos de la podredumbre noble para ofrecer vinos secos, frescos y vibrantes. La pequeña gran Somló, a los pies del volcán del mismo nombre, persevera en la potente mineralidad de sus vinos, embotellando Furmint y Hárslevelű que sacan chispas. Y las regiones del Balaton, ubicadas a tan solo un centenar de kilómetros de Budapest, se reinventan para producir jugosos blancos y algunos de los mejores tintos de Hungría.

LOS IMPRONUNCIABLES BLANCOS

El lago Balaton es también conocido como el mar de Hungría. Y tiene credenciales de sobra. Con nada menos que 77 kilómetros de largo y un promedio de 7,8 de ancho, es el balneario predilecto de los húngaros y muchos de sus vecinos, pero también el epicentro de cuatro importantes regiones vitivinícolas: en su orilla norte, Balatonfured-Csopak, Badacsony y Balatonfelvidék; y en el extremo sur, Balatonboglár. Ambos lados presentan características muy diferentes. La parte norte es más accidentada. De espaldas a una formación volcánica, produce vinos blancos con marcados tonos minerales, francos y ligeros, pero quizás sin la complejidad de los grandes de Somló.

En Badacsony, por ejemplo, las variedades más cultivadas son Olaszrizling y Rajnai Rizling. También para los paladares más exigentes, que siempre andan en busca de rarezas, encontramos botellas del salino Kéknyelű, el vino favorito del gran escritor Sándor Márai. De la mano de próceres como Huba Szeremley, esta cepa autóctona alcanza dimensiones insospechadas y un potencial de guarda que puede sobrepasar fácilmente una década.

Si bien en Balatonfelvidék bajamos un poco en intensidad, encontramos algunas cosas muy peculiares y únicas. De acuerdo con el experto húngaro József Kósarka, los vinos más populares de esta zona provienen de la blanca Cserszegi Fűszres, una uva híbrida que proviene del cruce de Irsai Olivér y Tramini, creada hace medio siglo y que hoy crece casi exclusivamente junto al pequeño balneario Héviz, considerado la mayor fuente de aguas termales de Europa. “Comercializada en el mercado británico como ‘El impronunciable’, esta cepa regala vinos ligeros, con intensos y complejos aromas de frutas tropicales y de flores de saúco, y un final de delicadamente boca dulce”, explica.

En Balatonfured-Csopak existen muy buenos terruños para blancos, pero también algunos para tintos de ciclo corto de maduración como Merlot y Zweigelt, plantados mayoritariamente en la península de Tihany, cuya abadía fue construida hace más de mil años y donde se encontraron los primeros documentos escritos en húngaro. Sin embargo, la variedad más extendida es la Olaszrizling –conocida también como Welschriesling, no es pariente del acorazado alemán-, junto a cepajes como Szürkebarát, Chardonnay y Sauvignon Blanc. Quizás los vinos más interesantes de la zona son los Olaszrizling de István Jásdi, elaborados con levaduras indígenas, frescos y punzantes, con alcoholes que no superan los 13º, o bien, sus más estructurados ensamblajes de Olaszrizling y Furmint.

EL PEQUEÑO REINO TINTO

Si en la orilla norte dominan los blancos, en Balatonboglár los tintos son sin duda la especialidad de la casa, probablemente los más interesantes y bien logrados de Hungría. Sus suelos más pesados, amarillentos y arenosos, con un buen porcentaje de gravilla, que caen suavemente hacia el lago, ofrecen la exposición ideal para que maduren cepajes como Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot. Estos vinos, con crianzas en barricas de roble francés y húngaro, cautivan por su personalidad especiada, pero sobre todo por su jugosidad y profundidad en boca, destacando especialmente productores como Vencel Garamvári, János Konyári y Ottó Légli.

En la hermosa y moderna bodega Konyári, hicimos un alto para disfrutar del paisaje y de los vinos. Liderada por János Konyári y su hijo Daniel, la filosofía de la casa es tratar las uvas con mucho respeto y limpieza, manejando gravitacionalmente todo su proceso de vinificación. Sus vinos transmiten toda la tipicidad de la orilla sur del Balaton, moldeada por la humedad y temperaturas de un verano que coquetea en forma muy natural con los cepajes tintos. Pero también con algunos blancos que ostentan un muy buen equilibrio entre azúcar y acidez, como su Loliense 2011: una mezcla de Sauvignon Blanc, Chardonnay y Olaszrizling, muy floral, con tonos cítricos, un ligero toque metálico y una acidez bastante pronunciada.

Pero, sin duda, son sus tintos los que marcan pauta y abren un inexplorado y
prometedor camino para los vinos húngaros. Como aperitivo, Jánoshegyi Kékfrancos 2011, un ligero y súper especiado tinto, que cautiva por su gran personalidad; Sessio 2009, un ensamblaje de Merlot y Cabernet Franc, salpimentado y profundo; Páva 2009, una mezcla de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Petit Verdot y Merlot, un vino poderoso, pero de modales delicados, considerado por la crítica húngara como el tinto más elegante de Hungría; y una gran primicia: Konyári 2009, un Cabernet Sauvignon firme y vibrante, fino y complejo, que insinúa un tremendo potencial de guarda.

Si bien Hungría es y será reconocida por sus blancos, desde sus minerales exponentes de Badacsony o Somló hasta sus míticos Tokaji Aszú, su paleta de colores y sabores se amplía con una nueva generación de tintos que tiene mucho por decir. Ya sea con variedades internacionales, o rescatando menospreciados cepajes como Kékfrancos, sus vinos expresan una personalidad distintiva y que armoniza muy bien con las cocinas condimentadas del mundo gracias a sus exóticos matices aromáticos y marcada frescura.

Sin abandonar las antiguas tradiciones, utilizando sus variedades autóctonas y barricas de gran calidad, los húngaros sin duda despertaron de su larga siesta para ponerse pantalones largos.