miércoles, 15 de febrero de 2017

16 revelaciones de 2016


A diferencia de lo que ocurre en la actividad política, costó hacer este listado, pues abundaban muchos buenos candidatos. Al final quedaron esos vinos que se atrevieron a ir más allá, despertando hasta los más aletargados paladares.

A propósito de la conversación con Tim Atkin (ver página XX), Chile hace mucho rato dejó de ser un Volvo. Y Volvo un Volvo. Al igual que la marca alemana, el país ya no solo diseña vinos seguros y aburridos, sino nuevas y estilosas líneas, desde deportivos que hacen polvo la ruta Panamericana, descubriendo los dramáticos paisajes costeros, hasta poderosas 4X4 que exploran las serpenteantes huellas de la cordillera de la Costa, las alturas de los Andes o el más profundo de los sures.

Hace una década hubiera sido muy difícil reunir 16 vinos en estas páginas. ¡Una búsqueda frenética, sin duda! Pero hoy la tarea es sencilla, entretenida y muchas veces emocionante. Todos los años irrumpen propuestas que van más allá de los conocidos de siempre, estirando el paisaje vitivinícola como si fuera un pliegue de una camisa Ralph Lauren, quizás la favorita de los ejecutivos de las bodegas.

Aunque el Cabernet Sauvignon continúa soportando el peso de las exportaciones, el portafolio chileno es mucho más colorido. Aparecen propuestas con un marcado sentido de origen, nuevas denominaciones de origen y un consistente movimiento en el Secano Interior que, sospecho, espero, estoy seguro, superó la chapa de “moda” que algunos incrédulos trataron de motejar para convertirse en una feliz realidad.

Estos 16 vinos no son necesariamente los mejores del año, aunque muchos de ellos merecen ese estatus, sino aquellos que se atrevieron a ir más allá, que patearon el tablero, desordenaron el rebaño, lanzaron al mercado propuestas con un alto nivel cualitativo, pero además sorprendieron con un carácter original, innovador y refrescante.

En el listado hay un buen número de vinos del secano del Maule e Itata, pero con una impronta muy particular, cepajes tradicionales con una notable vuelta de tuerca, representantes de los extremos, como las alturas cordilleranas y la Patagonia, mezclas bien funky-pegajosas, otras que rescatan cepas y tradiciones desdeñadas por décadas y un par de rarezas que despierta hasta el más dormido de los paladares.

Viñedos de Alcohuaz Grus 2014

A un promedio de 2 mil metros de altura, en la localidad de Alcohuaz (Elqui), nace este vino místico y elocuente a rabiar. En condiciones difíciles, como una fuerte irradiación solar y bajísimas temperaturas primaverales, esta mezcla de Syrah, Garnacha, Malbec y Petit Sirah, impresiona con la densidad de su colorido y estructura extraterrestre. Es un tinto maduro, pero con una rica acidez. Una mole de fruta.

Undurraga Trama 2013

En la categoría encontramos vinos herbales, maduros, densos y especiados, pero este Pinot Noir rompe los moldes. Proveniente de San Antonio, en suelos con un alto componente calcáreo, este vino brilla por su fineza y complejidad de sabores. No se preocupa de la densidad del color. Tampoco de su concentración. Solo de proyectar sus elegantes y entramadas notas de flores, sotobosque, frutos silvestres y minerales.

Loma Larga Saga 2011

Desde la primera cosecha me sorprendió el carácter del Cabernet Franc de Loma Larga. “Aquí hay algo”, advertí. Después de una década la viña lanza este ícono que no tiene tapujos para exhibir sus exultantes notas de hierbas y flores. Es un vino que no rehúye del clima costero, sino lo abraza para embotellar una propuesta fresca y crujiente, que reafirma y quizás consagra el potencial tinto de Casablanca.

J.A. Jofré Vinos Fríos del Año Blanco 2015

Admiro esa mirada desprejuiciada hacia el pasado de J.A. Jofré. Ese atrevimiento y voluntad para embotellar cepas desechadas por la historia vitivinícola como el Semillon y sobre todo el Sauvignon Vert. Esta mezcla blanca reivindica estas dos cepas, fundiéndolas en un vino sabroso y con mucho peso en boca, de esos que van más allá del aperitivo, que nos obligan a pasar a la mesa.

Trapi del Bueno Sauvignon Blanc 2015

Otro osornino que salta al campo de juego para dejarnos con la abierta con su frescura y profundidad. El Pellín y Coteaux de Trumao habían logrado poner en el mapa vitivinícola el Chardonnay y Pinot Noir de estas latitudes, pero ahora Trapi “la” hizo con este Sauvignon Blanc. Es como beber un jugo de pomelo con toques de yodo y hierbas frescas. Un vino no apto para paladares demasiado sensibles, sino para los aventureros.

Bogus País 2015

Este vino del Fundo San Jorge (Marga-Marga) es más funky que Earth Wind & Fire. De viejas parras de País, este semidulce (qué pocos hay) contagia alegría, cacofonías, armonías pegajosas, pero por sobre todo mucha onda. Es como beber un jugo de fruta con confitura de naranja, geranio y toques de nuez moscada y almendra. Cuesta describirlo y ahí está su encanto.

Koyle Cerro Basalto 2013

Hace rato que Koyle (Los Lingues, Colchagua Andes) viene pisando fuerte, pero ahora sencillamente se pasó. Cerro Basalto es como morder la roca y convertirla en fragmentos de fruta roja, confitura de higos y jamón curado. Esta mezcla de Monastrell, Garnacha, Syrah y Cariñena es el mejor reflejo de la exuberancia del estilo de vida mediterráneo. Un cerro de sabores macizos y frescos.

Bouchon País Salvaje 2016

Qué rico está este País Salvaje blanco. Las parras crecen libres y silvestres. No se sabe qué cresta son. Probablemente una cepa híbrida. El resultado de cruzas y mutaciones. Todo este misterio para hacer un vino fresco, agradable y con mucho cuento, que alegra las tardes con sus notas de frutos amarillos. Me encanta el giro de Bouchon, que vuelve a sus orígenes en Mingre (Maule) para despuntar sus joyas del secano.

Aresti Trisquel Series Parras Fundadoras Cabernet Sauvignon 2015

Curicó es el principal productor de Sauvignon Blanc en Chile, pero siempre he sentido que sus Cabernet Sauvignon tiene ese qué sé yo. Este vino, proveniente de parras de 65 años del fundo Micaela (Molina), cautiva con sus notas de frutillas, cassis, higos y hierbas frescas. Es un Cabernet Sauvignon que no compite con Maipo Alto, tratando de emular la elegancia de sus taninos, sino se diferencia con su fruta alegre y desinhibida.

Bandido Neira Pipeño Moscatel de Alejandría 2015

Hoy todos quieren redescubrir las antiguas vides de la cordillera de Costa del Itata. Quieren reinventar la rueda. Meter tecnología a centenares de siglos de tradición. Pero en su simpleza está el encanto de estos vinos. Hecho a la antigua, tal vez como Dios manda o mandaba, este pipeño cautiva con sus notas de damascos en almíbar y membrillos. Con su carácter meloso y atrevido. Para innovar hay que mirar al pasado.

Carmen D.O. Melozal El Bajo Portugais Blue 2015

Hoy muchas compañías grandes tienen sus propios MOVIs entre sus filas. Una línea de vinos a pequeña escala, hecho a mano y sorprendentemente innovadora. D.O. no solo rescata un antiguo cuartel de Melozal, sino una cepa que por décadas ha pasado inadvertida. Este Portugais Blue seduce con su cuerpo estilizado y ricas notas de guinda, chocolate y granos de café. Hay que tomarlo en cuenta.

Casa Donoso Sucesor Romano 2015

Camuflada entre sus viñedos maulinos, mezclada con vides de Cabernet Sauvignon, esta antiquísima cepa, también conocida como César Noir, apareció de un sopetón para sorprendernos con su carácter irreductible. Apoyada con un 15% Carignan, este Romano se quita su túnica para regalarnos notas terrosas y ahumadas, mucha fruta negra y flores. Un tremendo Sucesor.

Odfjell Orzada Tannat 2014

En lo más profundo del secano maulino, en un sector llamado Tres Esquinas, donde el sol y el viento miden sus fuerzas, Odjfell experimenta y celebra con cepas atípicas para la realidad chilena. Este salpimentado Tannat impresiona con su color amoratado y notas de flores, té negro y frutos silvestres. Es un vino con muchísimo carácter, que no necesita de Cabernet Franc como en Maridan, y que nos hace preguntar: ¿por qué cepas como el Tannat no llegaron antes?

Bodegas RE Doble Garnacha & Carignan 2016

No lo podía creer. Tuve que ir a Santa Elena de Melozal para verlo con mis propios ojos. Estas vides hermafroditas, que ofrendan Garnacha y Carignan a los dioses del secano, no solo consuman un vino inaudito, sino además un brebaje de guindas ácidas, jugoso y vibrante, intenso y profundamente delicioso. No, no, no es un error de la naturaleza. Es más bien una bendición.

Lomas Campesinas Rosado Cinsault 2016

Este proyecto del viticultor Pedro Izquierdo reúne antiguos viñedos de lomas del secano con el know how de viñas que representan la nueva escena vitivinícola. En este caso Quintay trabajó las uvas del productor Eugenio Uribe de Guarilihue (Itata). El resultado es un rosado que refresca con sus notas de cáscaras de naranja, azahares, pomelos y frutillas. Un vino que refleja sin interferencias la encantadora simpleza del Cinsault.

Viñas Inéditas Terroir Sonoro El Apellinao País Ancestral en Re Mayor 2015

En la década pasada se terminó por enterrar a los contendores de raulí, que criaron durante siglos los mejores vinos chilenos. Es muy invasivo. Es tosco. No tiene el acento del roble francés. Pero este País de Florida (Itata), guardado en barricas de madera nativa, sorprende y encanta con sus notas de canela, menta, tomillo y lavanda. Es un vino que toca una música contracultural y quizás, quién lo sabe, absolutamente reivindicatoria.



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